Apuntes sobre Axel
“Digámoslo de una
vez. No es democrático llegar mintiendo. No es democrático llegar
estafando. No es democrático llegar persiguiendo y ensuciando.”
Con estas palabras,
el próximo gobernador de la provincia de Buenos Aires definió un
hecho que signó a la derecha accediendo al gobierno de Argentina por
primera vez por medio de las votos, en diciembre de 2015.
Así se expresaba en
uno de sus últimos puntos de la “gira” que lo llevó -incluso
más de una vez- por cada uno de los 135 partidos bonaerenses.
En esa ocasión el
escenario fue la Universidad
Nacional de Lanús, una de las tantas instituciones educativas
defenestradas por la gestión cambiemita.
“Nunca me imaginé
que hubiera un gobierno dispuesto a atacar tanto a la educación
pública, no solo en lo material sino en lo simbólico”, dijo
también en esa oportunidad.
Y agregó que lo que
más lo impactó de la declaración de María Eugenia Vidal realizada en el Rotary Club, sobre los pobres que no llegan a las
universidades, fue el “todos los que estamos acá sabemos” con que
abrió ese concepto. (A mi también fue lo que más ruido me hizo, lo que más me indignó de
la frase de Vidal. Sin dudas algo que pinta de cuerpo entero a la
derecha de por estos lares sudamericanos).
.......
Cómo definir a
Axel. Es un tipo transparente, sencillo, campechano, de aspecto
eternamente juvenil. Alguien que se explaya sin apuro y te explica
fácil lo que parecía complicado. Así se muestra y así parece ser.
Y es un incansable
que viene militando desde sus épocas de estudiante secundario y que
diez días después de la asunción de los cambiemitas estaba en el
Parque
Centenario porteño empezando a construir el camino para volver
(y para volver mejores).
Y es alguien que
querría ver impreso en las boletas del Frente de Todos “no más
neoliberalismo”.
Pero este licenciado
y doctor en economía egresado de la Universidad de Buenos Aires no
pasó desapercibido desde que irrumpió en la escena pública y su
ascenso en el segundo gobierno de Cristina Fernández fue meteórico.
Era más que obvio que más temprano que tarde terminaría
convirtiéndose en ministro de economía. Lo hizo en 2013.
Pero allá por 2012,
las malas lenguas mediáticas, además de ya señalarle orígenes
marxistas, le atribuían haber dicho que la tenía hipnotizada a
Cristina.
Lo cierto es que CFK
no necesitaba ningún tipo de hipnotismo para darse cuenta de que
estaba ante alguien que marcaba la diferencia.
A mi me pasó lo
mismo cuando lo vi por primera vez en 678,
un año antes. Y cada nueva aparición suya en los medios me lo
confirmaba.
Es que Kicillof
tiene algo que lo desmarca de muchos otros cuadros políticos que
quizá tengan una similar preparación y capacidad. Axel empatiza con las personas.
Conecta con ellas sin filtros. Decididamente lo aman. Y eso muy pocos
políticos lo logran. (Y encima habiendo sido ministro de economía;
pero un ministro militante, como lo definió la periodista Julia
Mengolini). De los dirigentes vivos de por
aquí que logran esa relación de amor incondicional con el pueblo puedo nombrar, sobre todos, a Cristina. Ahora quizá se sume
Alberto Fernández a la lista. El tiempo lo dirá.
Pero Axel es un
rockstar aunque ande con su autito y su mate, haciendo campaña
“a la uruguaya” y mezclándose sin prejuicios entre la gente.
Si la gran visión
política de Cristina le permitió realizar la jugada maestra de
ungir a Alberto como candidato a presidente, no menos maestra fue la
jugada de ubicar a Axel en la provincia de Buenos Aires.
En un primer momento
resultaba hasta extraño que Kicillof pudiera imponerse en un
territorio que no parecía el propio para alguien que venía de hacer
campaña en capital federal y que aún
es diputado por ese distrito.
Pero Cristina sin
dudas ve antes y más allá. Y una vez más tuvo razón.
De mi parte lo
hubiera querido como candidato a presidente ya en 2015. Reconozco que
soy muy ansiosa cuando descubro que alguien tiene el talante. Además,
creía que era la única forma de poder votarlo, ya que no pensaba
-ni pienso- mudarme a CABA.
Para esa época ya
hacía largo rato que lo había rebautizado a Axel como “Correita”,
en alusión al gran presidente economista que gobernaba Ecuador por
esos años.
Ahora siento que va
a ser el primer gobernador de la provincia de Buenos Aires que va a
romper el hechizo, la maldición o como quiera definirse esa cuestión
de que ningún mandatario bonaerense puede llegar a la presidencia de la nación.
(Duhalde no cuenta porque no accedió por los votos a ese cargo). En
unos años volveremos sobre el tema.
Mientras tanto me
preparo para votarlo con todas las ganas, la alegría y la convicción
que el proyecto de país que proponen él y su espacio me provocan. Y
es que, como dijo Cristina en el cierre de campaña bonaerense en La
Plata, el miércoles 23 de octubre, los argentinos nos merecemos
volver a ser felices.
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