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Mostrando las entradas de 2023

Tres discos imprescindibles que también están cumpliendo 40 años, como la democracia

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  Además de Clics Modernos , merecidamente celebrado disco de Charly García, en 2023 también cumplen 40 años de su edición obras fundamentales como Aquellos s oldaditos de p lomo , de Víctor Heredia y Baglietto , de Juan Carlos Baglietto. Así que, como estas cuatro décadas continuadas de democracia que supimos conseguir traen poco para festejar en estos tiempos de decretazos, saqueo y ajuste recargados que empezamos a atravesar, siempre está bueno recordar que, entre muchas otras cosas, “queda la música”, como cantara el siempre presente Luis Eduardo Aute. Y ya que me fui pa’ las Europas, aprovecho para incluir en este listado a Cada loco con su tema , de Joan Manuel Serrat, que también llegó a las bateas allá por 1983 y se volvió indispensable en épocas del despertar democrático argentino. Cada loco con su tema es mi Mediterráneo . ¿Vieron que parece una verdad indiscutible para muchos que Mediterráneo es el mejor disco de Serrat? Pues no, para mí no lo es. La obra del Nano es ad

Sobre bueyes, canciones, sueños y porvenires

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“El sueño se hace a mano y sin permiso, arando el porvenir con viejos bueyes”, canta Silvio Rodríguez en el mítico tema de apertura de su maravilloso Tríptico 2 , editado en 1985. Pero a estas palabras de Llover sobre mojado le respondió el tempranamente fallecido Santiago Feliú en su canción Por cuántos lados hay que defender la paz,  cuando dijo: “Los bueyes con que aramos se deben cambiar”. Más allá de puntos de vista atravesados por la realidad cubana de ayer, de hoy y de siempre, estos versos me vinieron a la memoria a propósito de la definición de Axel Kicillof sobre que hay que componer una nueva canción, frase más vigente que nunca en  estos días de gobierno de ultraderecha ajustadora . Y ya lo creo que sí, hay que buscar nuevas letras y melodías. Pero ojo, que una cosa no quita la otra.  Es que tanto Silvio como Santiago tenían su parte de verdad en cuanto a los bueyes. Porque convengamos que cambiar los bueyes con que aramos no garantiza que sean nuevos o buenos, aunq

En torno al 19N

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Por si algunos tenían dudas, y sea cual sea el resultado del balotaje, en esta recta final del proceso electoral quedó demostrado más que nunca que no somos un país de mierda, como cierta gente se empeña en querer convencernos. Estoy emocionada, conmocionada, por los anticuerpos contra las dictaduras, las tiranías, o como quieran llamarlas, que desarrollamos como sociedad en estos 40 años de democracia. Porque Nunca Más es Nunca Más. Y porque los derechos se defienden. Y se lucha por seguir ampliándolos. Y así se fueron sucediendo, como una necesidad visceral de plantar bandera, distintas demostraciones ‒ individuales o colectivas, organizadas o espontáneas ‒ de lo que nos estamos jugando en esta elección. Sin subestimar las redes sociales, se notó particularmente la importancia de poner el cuerpo, de montarse al hombro lo que ya es más que una campaña política para elegir un presidente. Es como que se prendieron todas las alarmas en muchos de nosotros que nunca pensamos que podía

Chucho

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  Apareció en mi vida un 22 de agosto de 2005, justo el día en que mi vieja cumplía 73 años. Yo había salido a despedir a una amiga que había venido a saludar a mamá. Era tarde a la noche y se avecinaba una tormenta importante. Y, en medio de la oscuridad, divisé sobre la medianera una cosita negra que se deslizaba y emitía maullidos. Enseguida me detectó amigable, se bajó de la pared y comenzó a pasar entre mis piernas. Cómo no iba a ofrecerle cobijo. Desde entonces, se ganó el mote de “regalito de cumpleaños” de Lía (así se llamaba mi madre) pero terminamos bautizándolo Chucho. Nunca sé en realidad cómo surgen los nombres de mis gatos. Quizá debería concluir, después de 20 años de convivencia feliz con estas maravillosas criaturas, que ellos lo deciden, como todo lo que hacen. Al principio pensamos en ponerle Cato porque, en sus primeros tiempos en casa, se la pasaba tirándose encima de nosotros, de improviso, como aquel asistente de las películas del inspector Clouseau que preten

Ciclos (comienzos, finales, limbos y mientras tantos)

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  Es extraña la percepción del tiempo que tenemos los humanos. Se alarga, se contrae, se hace eterno ─ como si estuviera detenido ─ o transcurre tan rápido que no podemos dimensionar lo efímero que es o, mejor dicho, lo efímeros que somos nosotros inmersos en su devenir. Quizá esas sensaciones humanas sobre el tiempo se deban al egocentrismo de nuestra especie, que pretende medir todo con, la mayoría de las veces, una vara muy corta en relación a lo insignificantes que podemos ser/parecer frente al universo. También cabe la posibilidad de que el tiempo sea solo una invención de los hombres, que no exista en realidad. ¿Pero importa este detalle? Lo cierto es que, de momento, nos guste o no y en lo que respecta a nosotros, habitamos un lugar al que llamamos Tierra donde lo que definimos como tiempo parece moverse en una sola dirección y que, a medida que pasa, inexorablemente, envejecemos. Y, por esa manía de catalogar todo a nuestro gusto y placer, y en base al movimiento del plane

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