Tres discos imprescindibles que también están cumpliendo 40 años, como la democracia

 

Además de Clics Modernos, merecidamente celebrado disco de Charly García, en 2023 también cumplen 40 años de su edición obras fundamentales como Aquellos soldaditos de plomo, de Víctor Heredia y Baglietto, de Juan Carlos Baglietto.

Así que, como estas cuatro décadas continuadas de democracia que supimos conseguir traen poco para festejar en estos tiempos de decretazos, saqueo y ajuste recargados que empezamos a atravesar, siempre está bueno recordar que, entre muchas otras cosas, “queda la música”, como cantara el siempre presente Luis Eduardo Aute.

Y ya que me fui pa’ las Europas, aprovecho para incluir en este listado a Cada loco con su tema, de Joan Manuel Serrat, que también llegó a las bateas allá por 1983 y se volvió indispensable en épocas del despertar democrático argentino.


Cada loco con su tema es mi Mediterráneo. ¿Vieron que parece una verdad indiscutible para muchos que Mediterráneo es el mejor disco de Serrat? Pues no, para mí no lo es. La obra del Nano es admirable en cada una de sus etapas. Incluso pienso que muchos de sus últimos discos no fueron lo suficientemente valorados.

Pero, puestos a escoger, tengo un amor especial por Cada loco con su tema, quizá porque su edición coincide con el renacer democrático y un despertar mío a esa libertad en años adolescentes en que fui forjando mis preferencias musicales. Sin embargo, es difícil de rebatir que muchas de las canciones allí incluidas tienen una vigencia impresionante.

Creo que Cada loco... es uno de los discos más lúcidos del Nano, con una claridad política para ver el mundo en su punto más alto. “No esperes de ningún modo que se dignen consentir tu acceso al porvenir los que hoy arrasan con todo”. Superame eso. O lo de los tipos con los que tiene “algo personal” porque “juegan con cosas que no tienen repuesto”.

Pero además de No Esperes y Algo personal, el disco tiene joyas inspiradísimas como De vez en cuando la vida, esa que “toma conmigo café y está tan bonita que da gusto verla” o El horizonte, que “cuanto más voy pa’lla, más lejos queda”.

Y también está Sinceramente tuyo, en la que escribió unos versos infinitamente repetidos en infinitas ocasiones por infinidad de personas: “Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio”. Yo fui una de las que utilizó esa definición a rajatabla. Hoy no sé si la firmo con tanta convicción. Es que la verdad, a veces, puede ser muy triste. Quizá demasiado. Pero quizá también pueda tener remedio. Igual es un temazo, como el que abre el disco y le da su nombre y con el que también fui teniendo algunas diferencias, sobre todo cuando plantea cuestiones de blanco o negro para marcar sus preferencias. Pero bueno: “Cada loco con su tema. Contra gustos no hay disputa”. Eso sí, en la parte que dice preferir “crecer a sentar cabeza”, suscribo sin chistar.


Así pareció sentirlo también Fito Páez cuando creó Tratando de crecer, uno de los mejores temas de Baglietto, emblemático tercer disco del rosarino Juan Carlos Baglietto. “Como decía un catalán, voy tratando de crecer y no de sentar cabeza”, comienza ese ya himno en el que desgranó frases como: “Todavía me emocionan ciertas voces. Todavía creo en mirar a los ojos. Todavía tengo en mente cambiar algo. Todavía, y a dios gracias, todavía”. Para culminar con: “Multiplicar es la tarea”.

El álbum tiene más canciones inoxidables y poderosas como lo son El témpano, del gran Adrián Abonizio (“Voy hacia el fuego como la mariposa y no hay rima que rime con vivir. No te pares, no te mates. Solo es una forma más de demorarse”) e Historia de Mate Cosido, del mismo autor.

También son de la partida La música me ayuda, de Fabián Gallardo, Jeremías, de Jorge Fandermole y Un loco en la calesita, de Fito.


Suele decirse que algunas canciones traspasan fronteras de todo tipo y dejan de pertenecer a sus autores para ser de todos y repartirse en tribunas de fútbol, marchas políticas y otras manifestaciones sociales. Eso pasó con Todavía Cantamos, el tema que abre Aquellos soldaditos de plomo, de Víctor Heredia.

En épocas en las que recién estábamos intentando quitarnos de encima los resabios de la dictadura que nos había apabullado entre el ‘76 y el ‘83, recuerdo aún la incomodidad y hasta el temor que creaba en muchos eso de un “ejército popular” que mencionaba el Negro en la canción que da título al disco. ¿A qué se refería el autor? ¿Qué había querido decir con eso?

Aquellos... también incluye un clásico de clásicos como es Dulce Daniela, esa niña que pintaba “toda la casa” con su crayón y que hace años ya lo ha hecho abuelo, además de seguir los pasos de Víctor en eso de cantar.

Ahora imagínalo, Míralo de este modo y Niños de plástico son otros temas bien recordados del LP.

Mención aparte para Nada sé de la muerte, bellísima canción que viene como anillo al dedo para cerrar esta nota de discos que están cumpliendo 40 años, como nuestra recuperada democracia. Porque: “Nada sé de la muerte, me interesa la vida” y “Quiero solo lo nuestro, lo que es justo y debido. Para eso peleo, para eso he nacido”.



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