Colonizaciones y Resistencias
“Mire
que después hay que sostener con el cuerpo lo que se dice con la boca”.
Las
palabras que, a finales de los ’60, un ya curtido Atahualpa Yupanqui le disparó
al joven trovador Víctor Heredia, seguramente volvieron a resonar en los oídos
del músico luego de que publicara Taki Ongoy, el disco en el que aborda
la conquista de América desde la visión de los pueblos originarios.
“Quienes suponen que la historia puede ser
contada desde un solo punto de vista se equivocan. Por eso no pretendo que esta
que presento aquí sea la única versión. No lo es. Esta es la de los
vencidos. O, por lo menos, la de los que
aparentemente lo fueron. Es el reverso de la moneda que hasta hoy nos han mostrado
los supuestos vencedores, pues habría que preguntarse hasta qué punto ha sido
vencida una cultura que subyace en nuestra memoria colectiva y pugna,
tozudamente, por perdurar a través de los siglos (…)”, escribe Heredia en
el prólogo de la obra.
Corría
1986 y estábamos en los albores de una endeble democracia que buscaba, no sin pocas dificultades, afianzarse.
El
querido Negro transitaba la cima de
su popularidad, llenando estadios y colmando con sus canciones y su presencia
las radios y los programas de televisión, en épocas en que las redes y los
medios no multiplicaban los mensajes ni los imponían tan fácilmente como ahora.
Por
esos años me recuerdo comprando compulsivamente el diario –aún no existía Página/12– para revisar si en la
sección Espectáculos se había publicado, por fin, el aviso de cuándo salían a
la venta las entradas para su próximo recital. Eran tiempos analógicos, en los
que había que madrugar y hacer largas colas frente al Luna Park o los teatros para asegurarse una entrada.
También
me recuerdo pidiéndole a mi viejo cada semana que se diera una vuelta por la
disquería que estaba cerca de la estación de tren de Banfield, a ver si
finalmente había llegado su nuevo disco.
Pero,
de repente, algo cambió.
Y es que en Taki Ongoy Heredia se refiere a la conquista y a la colonización con términos como saqueo, tortura, pestes, mutilaciones, obliteración cultural y muertes, muchas muertes. Menciona 56 millones de pobladores originarios que perdieron la vida, de distintas formas, por la llegada de los españoles. Un verdadero GENOCIDIO, con todas las letras.
“Así íbamos desapareciendo de la faz del
continente. Lentamente, nuestros líderes fueron asesinados y la indianidad
esclavizada en las minas de oro y plata que eran descubiertas y vaciadas
impunemente, con el esfuerzo y el dolor de nuestros hermanos. Solamente en
Potosí murieron ocho millones de indios por la ambición europea. Ocho millones
de muertes son demasiadas, como para olvidar que fueron causadas solamente por
una insaciable sed de poder y riqueza”, detalla en uno de los textos que
conforman la obra.
Y
eso no se lo perdonaron al Negro. Y
ya nada volvió a ser lo mismo. Víctor dejó de ser el mimado de los medios. Su
nuevo disco tuvo escasa difusión y el resto de sus canciones empezaron a
escucharse cada vez menos.
Hoy,
carece ya de sentido querer imaginar cómo hubieran sido las cosas si el "sistema" se la hubiera dejando pasar y hubiera aceptado sin chistar Taki Ongoy.
Pero
creo que Heredia seguramente se planteó ese interrogante cuando, pasado el
estupor inicial, pudo detenerse a pensar luego de que la Iglesia le cayera
encima usando de vocero al obispo de Lomas de Zamora, Desiderio Collino, que
hasta se atrevió a pedir su excomunión, y de las quejas ante el mismísimo
presidente Raúl Alfonsín, por parte de la Embajada de España, pretendiendo la prohibición de
la obra.
Como
era de esperar, el trovador eligió el
camino de sostener con el cuerpo lo que decía con su boca. Se bancó
estoicamente los ataques y los ninguneos y, mientras tanto, poco a poco, fue
viendo como su creación se iba haciendo carne en muchxs y era tomada, al
principio muy tímidamente, luego de forma más explícita, por lxs maestrxs en
las escuelas para enseñar con una mirada alternativa la historia de la
conquista.
Convengamos
también que para las generaciones anteriores a Taki Ongoy, que crecieron
estudiando el “Descubrimiento de América” y "festejando" el 12 de octubre como “Día
de la Raza”, no resultaba sencillo asumir que le cambiaran la matrix de tal forma. Les habían contado un
cuentito repetido desde siempre y, para algunxs, no era tan fácil entender que estaban siendo “hablados” por el pensamiento eurocentrista. Aunque, igual es raro el hecho de que tantas personas, a lo
largo de tantos años, ni siquiera tuvieran la duda de por qué se utilizaba la
palabra “descubrimiento”, si América existía y estaba poblada por distintas
civilizaciones desde siglos antes de que Colón llegara por aquí pensando que se
había topado con territorio asiático. Extraños también son los procesos
mentales que los mecanismos del poder saben bien cómo manipular. En fin…
Lo
de la “Raza” es tema aparte. ¿De qué “Raza” hablaban/hablan? Es, decididamente, un
concepto que ya no rige para los humanos. Y encima utilizando la palabra en singular, como si se tratara de seres superiores que, de alguna u otra manera, se atribuían/atribuyen el derecho, y tenían/tienen el poder para someter e invisibilizar a todxs lxs que consideraban/consideran diferentes e
inferiores. Un pensamiento hitleriano, me atrevo a decir, aunque en las épocas que
se impuso, en las primeras décadas del siglo pasado, a instancias de España pero a ambos lados del Atlántico, aún Hitler no había empezado a incendiar Europa. Pero el germen, es
obvio, siempre estuvo, se le ponga el nombre que se lo ponga. Solo había/hay que saber regarlo adecuadamente. Y para
muestra basta la radicalización de las derechas que se está observando en
distintos puntos del planeta en la actualidad.
Destaco
también que Taki Ongoy se tuvo que ir abriendo camino en las mentes y en
los corazones en tiempos cercanos a los “festejos” por el Quinto Centenario del Descubrimiento de América (Encuentro de dos mundos lo llamaron para
pasteurizarlo un poco), con el presidente Menem inaugurando la Expo América en lo que hoy es Puerto
Madero. Eran momentos difíciles para imponer un concepto distinto en medio de “la
pizza y el champán” y las extravagancias de Carlos Saúl, mientras el neoliberalismo
iba haciendo percha al país. Menuda tarea.
Sin
embargo, el tiempo, como canta Silvio, está a favor de los pequeños. Los
pequeños entendidos como esos gigantes que dan batalla con espaditas de madera
frente al poder real pero que igual no se rinden.
Estoy
segura de que Víctor Heredia se siente más que orgulloso del camino que eligió
recorrer. Tuvo que esperar dos décadas, hasta que, en 2006, durante el gobierno
de Néstor Kirchner, el Ministerio de Educación declaró a Taki Ongoy como de “interés
educativo”. Ese mismo año volvió a presentar el disco en el teatro Opera,
acompañado por representantes de las distintas culturas aborígenes de este país.
Seis años más tarde, en 2012, lo cantó una vez más en un concierto libre y gratuito frente al Ministerio de Educación de la Nación, que fue trasmitido en directo por la Televisión Pública. Reconozco que fue la vez que más me emocionó escuchar Taki Ongoy. Por ese entonces se publicó también la versión en vivo de la obra, que había sido grabada en las presentaciones del teatro Ópera.
En
este marco fue que comenzaron a prevalecer también otras miradas respecto de la
conmemoración de la llegada de Colón a América.
En
2010, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner dio por finiquitado el “Día
de la Raza”. Desde entonces, el 12 de octubre es el “Día del Respeto a la
Diversidad Cultural” en Argentina. Y, en otros países de América se fue
cambiando también esta denominación. Por ejemplo, desde 2011, se estableció el
“Día de la Descolonización en el Estado Plurinacional de Bolivia” y el “Día de
la Interculturalidad y Plurinacionalidad con inclusión y justicia” en Ecuador. Por
su parte, en Perú se lo llama el “Día de los Pueblos Originarios y del Diálogo
Intercultural” (2009), en Venezuela es el “Día de la Resistencia Indígena” (2002),
en Nicaragua el “Día de la Resistencia Indígena, Negra y Popular” (2007) y, en México, el “Día de la Nación Pluricultural”
(2020).
Y en España, de qué va la cosa.
Siguen celebrando el “Día de la Hispanidad” o Fiesta Nacional de España.
“Tomá mate con chocolate”, diría CFK.
La
verdad es que no los entiendo a los españoles.
(Mención
aparte, Echarri es otro de los que, como Víctor Heredia, sacó los pies del
plato y se corrió del papel que la matrix
había diseñado para él. Tampoco se lo perdonaron. Y se lo siguen
cobrando cada vez que pueden).
Lo
cierto es que, como explica ese gran intelectual que es Álvaro García Linera,
la historia está hecha de flujos y reflujos. Víctor presentó, una vez más, en
octubre de 2015, Taki Ongoy, de forma gratuita, en ese lujo de sala que es la Ballena Azul del por entonces flamante Centro Cultural Kirchner y, apenas unos
meses después, el lugar estaba siendo utilizado para celebración de los
desaguisados de los que hicieron negocios a uno y otro lado del mostrador
mientras se llevaban puesto el país entre el 10 de diciembre de 2015 y el 9
de diciembre de 2019. Así pasaron Patricia Bullrich como Ministra de Seguridad, Santiago
Maldonado, el invento de la RAM, Rafael Nahuel, Facundo Ferreira... Y “la angustia”
que deben haber sentido los patriotas por independizarse, “querido rey”.
De
todas formas, y parafraseando a Eduardo Galeano, hay que seguir andando. Y
persistiendo. Y resistiendo.
“Una
tierra sin memoria no nos cobijará jamás”, canta Víctor Heredia hacia el final
de Taki
Ongoy. Y enseguida repite algunos versos ya entonados al comienzo, para
reafirmar eso de “Veinte mil años Patria”.
Porque si está claro que la historia de América no empezó en 1492, también está
claro que el poder real no descansa y va variando sus formas pero no sus mañas y
nunca deja de pretender –y por lo general lo logra– colonizarnos, saquearnos,
pensarnos, robarnos la identidad, desculturizarnos de diversas maneras. Hay
demasiadas pruebas de ello a lo largo de la historia de la humanidad. Y convengamos
que lo consigue porque siempre encuentra aliados dispuestos a ser fuertes con
los débiles y débiles con los poderosos. Lacayos y cipayos, que les dicen. Pero
igual se sigue avanzando y somxs muchxs también lxs que podemos decir, como Víctor
Heredia, que, a pesar de todos los golpes, TODAVÍA CANTAMOS.
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