Revisitando a La Leona
El
14 de julio de 2016 llegaba a su fin La Leona, una de las
mejores historias que la llamada pantalla chica ha contado en formato
telenovela.
Pero
más allá de las excelencias de su fondo y de sus formas quiero
rescatar lo que significó para muchos meterse en ese mundo creado
alrededor de la textil Liberman.
Es
que La Leona fue como el canto del cisne de un
período que, inexorablemente, estaba llegando a su fin.
Y
los que sabíamos de antemano la que se nos venía encima con la
asunción de la gestión Cambiemos nos refugiamos en esa historia de
“amor, pasión y lucha” como una manera de hacer un poquito menos
amargo el trago.
Porque La
Leona parecía que también sabía la que se nos venía a
los argentinos, a pesar de haber sido grabada, casi totalmente,
durante 2015. Pero también parecía saber que la única forma de
superar ese mal trago era estando unidos, organizados y solidarios.
Así
fue que esa fábrica -que de pronto se ve envuelta en un plan
sistemático de destrucción y saqueo, con el objetivo de quebrarla-
se fue transformando en una reflejo de lo que sucedía y sucedería
en el país.
Sin
embargo, aunque la lucha de los trabajadores fue cruel y mucha,
lograron salir adelante formando una cooperativa: Trabajo Argentino.
Es
por eso que, ahora que el gobierno de Cambiemos está llegando
a su fin, se me ocurre que es una buena idea recurrir a La
Leona y pensar que Argentina, al igual que la textil, tiene
un mejor futuro.
Una historia que rompió esquemas
Pero La
Leona fue mucho más. Usó el formato telenovela como traje
para deconstruirlo y crear una historia que dejó de lado o buscó
interesantes vueltas de tuerca para los clichés del género.
Una
producción impecable, un guión exquisito (aplausos infinitos para
Pablo Lago y Susana Cardozo), unas actuaciones memorables y una
musicalización de la hostia, entre tantos rubros a destacar,
hicieron que cada capítulo pareciera cine, y del bueno.
Por
otra parte, ningún tema quiso quedarse afuera de esta novela. E
incluso se fue a fondo con cuestiones que todavía estaban tomando
forma o no habían terminado de explotar en la sociedad: la violencia
de género y el feminicidio, el aborto…
Después
de cada capítulo muchos la seguían en Twitter debatiendo con el
autor y exorcizando los demonios que la realidad, cada vez más dura,
imponía en el país.
En
este sentido era interesante ver cómo los distintos públicos se
expresaban en las redes sociales.
Twitter
era para los más “progres”, que estaban maravillados porque una
telenovela tocaba sin tapujos ni falsas moralinas cuestiones como el
incesto o el empoderamiento de las mujeres.
Facebook,
en cambio, era el refugio mayoritario para los que no podían salir
del esquema tradicional para una telenovela o para la vida misma.
Allí
se juntaban quienes no lograban soportar, por ejemplo, que tío y
sobrina
-encima menor de edad- se enamoraran aún desconociendo su vínculo. Pero sobre todo abundaban las quejas para María Leone, la protagonista.
-encima menor de edad- se enamoraran aún desconociendo su vínculo. Pero sobre todo abundaban las quejas para María Leone, la protagonista.
Que
qué clase de madre era, que dejaba a sus hijos al cuidado de la
abuela para ir a tomar una fábrica. O cómo era posible que
rechazara a Gabriel, hijo del dueño de la textil, rico y rubio -sin
percibir que era un loco peligroso por más indicios que dieran los
guionistas- y prefiriera revolcarse con ese morochito ambicioso y
vengativo que iba por todo.
La Leone, una leona
María
Leone fue un personaje maravilloso que reflejó muy bien a la mujer
de este siglo, que se va abriendo camino en este país y en este
mundo.
Una
mujer libre que no reprimía sus deseos y elegía sin
condicionamientos con quién acostarse o a quién amar. Una mujer que
no se dejaba avasallar en ningún plano de su vida y que luchaba por
sus derechos y por sus sueños.
Pero
María fue solo una parte de un colectivo de personajes -todos
con grises, nadie perfecto, ninguno de relleno- que poblaron el
universo de La
Leona, una
historia a la que también se le agradece haber evitado
las situaciones estiradas hasta el cansancio. Y es que,
como había sido grabada casi por completo antes de estrenarse,
pudo sortear cambios repentinos en el guión, de esos que
suelen imponerse para “satisfacer” al espectador y pretender
ganar algo más de raiting.
En medio de la grieta
Pero
claro, la novela no pudo quedar afuera de “la grieta” que cada
vez más se llenaba de odio por esos días. Y fue imperdonable para
algunos que al frente de la misma estuvieran los “actores K” por
excelencia, Pablo
Echarri y
Nancy Dupláa que, -se daba/da por sentado- también “se robaron
todo”.
Se
convocó a un boicot a través de las redes y pese a las buenas
críticas,
muchos eligieron pasar de esta historia que, además, sufrió
constantes cambios de horarios. De todas formas, logró consolidar un
público fiel y entusiasta.
Por
otra parte, la novela generó interesantes análisis,
más allá de las tradicionales notas de espectáculos, pero no
recibió todos los premios y reconocimientos que hubiera merecido.
(Queda
para otra nota un paralelismo con el fenómeno Montecristo,
telenovela de 2006, con Echarri también como protagonista, que
arrasó con el raiting y con los premios y pudo imponer, sin grietas,
el tema de los niños apropiados durante la dictadura y el debate
sobre los años de plomo. Épocas distintas, sin lugar a dudas).
Por eso,
para los que se la perdieron en su momento -o para los que quieren
revivir esta novela-, les dejo el link del primer capítulo. Y los
desafío a que logren no engancharse, o reengancharse.
https://www.youtube.com/watch?v=Fbm_zLQzYFw
Epílogo
Hace
poco más de tres años, La Leona llegaba a su fin y
muchos empezamos a sentirnos más solos. Nos había acompañado,
arropándonos el alma, durante los primeros seis meses de esa etapa
oscura en la que estábamos entrando.
Cuando
la voz de Mercedes Sosa terminó de entonar Gracias
a la vida, en medio de la inmensidad del paisaje jujeño, también
terminamos de entender que ya nada iba a ser lo mismo.
Por
eso, ahora que renace la esperanza de un nuevo gobierno, invoco a La
Leona para no olvidar que los sueños y las realidades
individuales y colectivas se construyen con amor, pasión, lucha y
solidaridad.
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Un equipo de lujo
A
lo largo de 116 capítulos (el primero se emitió el 18 de enero de
2016), esta producción de Telefe y El Árbol cobró vida gracias al
trabajo de, entre muchos otros:
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Productor general: Martín Seefeld
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Productores artísticos: Pablo Echarri y Gustavo Marra
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Producción ejecutiva: Andrea Tuozzo
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Dirección: Negro Luna, Pablo Ambrosini y Omar Aiello
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Autores: Pablo Lago y Susana Cardozo
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Colaboración autoral: Sol Levinton, Gabriel Patolsky y Javier Rozenwasser
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Iluminación: Alberto Echenique. Juan Lira y Gerardo Soldatos
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Sonido: Carlos Serrano, Luis Quiroga y Juan Manuel Mora
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Escenografía: Silvana Giustozzi y Roberto Domínguez
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Ambientación: Brenda Kreiner, Anna Carnevale y Lucila Acuña
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Asesoras de vestuario: Georgina Duarte y Anabella Mosca
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Edición: Adrián Pardo, Alejandro Luccioni, Gabriel Magnanelli y Adrián Irace
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Musicalización: Federico Martínez
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Productores técnicos: Gerardo Sosa y Rubén Bertora
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Producción: Diego González, Alelen Villanueva, Cecilia Schargrosky, Paula Sena, Alejandro Niveyro, Susana Pompo,Bárbara Alperowicz, Martín Colombo Laura Giardina y Matías Abed
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Post-producción: Hernán Luna, Alejandro Pis Sánchez y Gabriel Budnikas
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Coordinación de producción: Osvaldo Codazzi
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Elenco (por orden alfabético): Diego Alonso, Mónica Antonópulos, Hugo Arana, Antonia Bengoechea, Julia Calvo, Paula Cancio, Marco Antonio Caponi, Alfredo Castellani, Lito Cruz, Ludovico Di Santo, Nancy Dupláa, Pablo Echarri, Azul Fernández, Joaquín Flamini, Dolores Fonzi, Nico García, Esther Goris, Juan Gil Navarro, Peter Lanzani, Ricardo Larrama, Patricia Palmer, Susú Pecoraro, Andrea Pietra, Andre Rincón, Horacio Roca, Martín Seefeld, Miguel Ángel Solá y Pepe Soriano.
Fuente
de las fotos: facebook.com/LeonaTelefe/
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