Nostalgia de Mayo



A diez años del inolvidable, multitudinario, festivo y popular Bicentenario argentino, este nuevo aniversario de la Revolución de Mayo tiene más puntos de contacto con el que imaginaron Ricardo Piglia, Fabián Bielinsky y Fernando Spiner en La Sonámbula.

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En la más que interesante película de 1998 se presentaba un 2010 opresivo, en blanco y negro, donde un supuesto escape de gases -a raíz del incendio en una planta de química experimental- había provocado una amnesia masiva y otros trastornos psíquicos en los pobladores de la zona, que eran tratados en un Centro de Investigaciones Psicobiológicas. O bien, como resume uno de los personajes, un experimento que “se le fue de las manos” había hecho que 300 mil personas (vaya número significativo) no supieran “quién carajo son”.

Todo esto en medio de un Estado que, en el año del Bicentenario de la Patria, identificaba a la gente con códigos de barra y que -a través del personal de Control Social y sus delatores- perseguía a quienes se resistían a convencerse de que eran quienes les decían que eran.

Spiner nos muestra una Buenos Aires que recuerda a Metrópolis y un suburbio y un más allá aún (nombrado como “la provincia” o “el campo”) desolado, casi devastado.

Aunque, "el mundo habrá cambiado, pero la platita…”, como sentencia otro de los personajes de esta supuesta pesadilla (nunca se sabe) de la que los rebeldes decían que había que despertar.

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No es que me haya convertido, de repente, en una anticuarentena. Lejos de mi está el ser parte de esa troupe de terroristas vociferantes a través de redes sociales y medios de comunicación. No soy idiota útil y, mucho menos, suicida.

Es más, acompaño las medidas del gobierno de Alberto Fernández con respecto a la pandemia y soy de las que cree que el que hace se puede equivocar y también puede corregir. Los otros cacarean y joden.

Pero es que me había entusiasmado con que este 25 de mayo, ya sin vallas (y sin importar si el clima acompaña o no), volveríamos a las calles para celebrar a la Patria y recordar también un nuevo aniversario de la asunción de Néstor Kirchner. Sin embargo, son tiempos en que lxs humanxs proponen y el coronavirus dispone...

Entonces me agarró una terrible nostalgia de esos días felices en que buena parte de lxs argentinxs nos dispusimos a festejar los 200 años de este país que es mucho más maravilloso de lo que nos quisieron hacer creer siempre.

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Y es que el Bicentenario fue una fiesta en la que se conjugaron cosas muy fuertes y que dejó postales hoy casi imposibles de imaginar.

Siete presidentes de la región (Mujica, Lugo, Lula, Chávez, Correa, Evo y -nada es perfecto- Piñera) caminando junto al pueblo y escoltando a Cristina Fernández de Kirchner luego de la inauguración de la Galería de los Patriotas Latinoamericanos en la Casa Rosada.

Los artistas populares brindando su arte a multitudes amuchadas que solo se contagiaban alegría y ganas de compartir, las puestas de Fuerza Bruta y esos deseos incontenibles de cantar el himno a voz en cuello y sintiéndolo en serio, para convertirlo en un emocionado canto colectivo.

Kirchner vivo… Kirchner vivo...


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En lo personal, lo percibí como lo más parecido al 17 de octubre de 1945 que puedo llegar a experimentar: millones de personas lanzándose a las calles, ganándolas, haciéndolas suyas, caminando felices y con un objetivo en común, en este caso, festejar un cumpleaños especial de la Patria para el que Cristina había preparado una celebración que estuvo más que a la altura de una época ¿única? para Latinoamérica.


Diez años después es otro el panorama. En el medio nos pasó el lawfare y todas las formas más o menos perversas que utilizó el poder para erosionar a los gobiernos populares. Nos pasó Macri, la traición de Lenín Moreno, el golpe en Bolivia; llegaron Trump, Bolsonaro, volvió Piñera...

Y, de remate, apareció el coronavirus, generando una pandemia cuyo alcance todavía no podemos dimensionar con exactitud, aunque lo que imaginamos no resulta demasiado alentador.

Por todo esto creo que la saudade bicentenaria se me hizo carne en esta nueva Semana de Mayo.

Canta Joaquín Sabina que “al lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver”. No obstante, se puede y se debe aspirar a que las cosas vuelvan a ser mejores. ¿Si no, para qué?


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