Septiembre Violento
Septiembre aúlla
todavía
su doble saldo
escalofriante.
Todo sucede un mismo
día
gracias a un odio
semejante.
Y el mismo ángel
que allá en Chile
vio bombardear al
presidente,
ve las dos torres
con sus miles
cayendo
inolvidablemente.
No es que quiera
emprenderla contra el mes de la primavera. Está más que claro que
la violencia que determinados humanos ejercen contra sus pares no
discrimina por fechas ni épocas del año, ni tampoco por regiones
geográficas. Un buen repaso de ello hace Leonardo Sbaraglia en el
espectáculo El territorio del poder, que junto al músico Fernando
Tarrés nos adentra en un recorrido incómodo, por momentos
asfixiante (y hasta insoportable), aunque de visión imprescindible.
Pero resulta que
septiembre agrupa una buena cantidad de hechos, más allá de los 11S
violentos que relata Silvio Rodríguez en su Cita con ángeles, y que
nunca están de más recordar. Les propongo un recorrido, entonces,
solo por algunos episodios que marcaron con sangre y odio los últimos
años de este planeta, como para no irnos demasiado lejos y
abrumarlos.
Capítulo Mundo
Si el atentado del
11 de septiembre de 2001 a las Torres Gemelas de Nueva York y al
edificio del Pentágono dejó al mundo boquiaberto ─sobre todo al
occidental y cristiano─ no fue para nada menor la respuesta de ese
poder occidental y cristiano que comenzó con los bombardeos a
Afganistán y se prolongó un par de años más tarde con la
posterior invasión a Irak, generando un espiral de destrucción en
buena parte de Medio Oriente.
Silvio, cuya
sensibilidad para entender el mundo es francamente admirable, plasmó
con sutil belleza esta etapa oscura en dos discos sucesivos:
Expedición (2002) y Cita con ángeles (2003). En Camelot, por
ejemplo, escribió:
El odio al otro es
nuestra suerte,
la sangre ajena es
nuestra viña.
Cuando profanen y
den muerte
seremos aves de
rapiña.
(...)
Y una vez más, como
tragedia,
ronda el olor a
carne rota
de calabozo, de Edad
Media,
donde callaban al
ilota.
Y una vez más,
contra el impulso
de besar y abrazar a
gentes,
ceder al último
recurso
de ojo por ojo y
diente a diente.
Pero volvamos a
septiembre. El primer día de ese mes, en 1939, comienza la Segunda
Guerra Mundial cuando las tropas alemanas invaden Polonia.
El 5 de septiembre
de 1972, durante los Juegos Olímpicos de Munich, once atletas
israelíes son secuestrados y asesinados por miembros de la
organización palestina Septiembre Negro.
Y, el 22 de
septiembre de 1980, Irak invade Irán, marcando el comienzo de una
guerra que duraría ocho años.
Capítulo Chile
El 11 de septiembre
de 1973, con el feroz ataque al Palacio de la Moneda, marcó el
inicio de una seguidilla de violencia que tuvo otros hitos tanto
dentro como fuera de Chile. Cinco días después del golpe de
Pinochet es asesinado el cantautor Víctor Jara, luego de haber sido
torturado con particular ensañamiento.
En
1974, el 30 de septiembre, Buenos Aires se convierte en el escenario
del asesinato del general chileno Carlos Prats, que se había
desempeñado como comandante en jefe del ejército durante el
gobierno de Salvador Allende. Una bomba en su automóvil, colocada
por un agente de la Dirección de Inteligencia Nacional de Chile
(DINA), terminó con la vida del militar y de su esposa.
Dos
años más tarde, el 21 de septiembre de 1976, es asesinado en
Washington, a escasas cuadras de la Casa Blanca, Orlando Letelier. El
canciller y estrecho colaborador del presidente Allende se había
convertido en una voz destacada para denunciar a la dictadura chilena
en el extranjero. En el atentado terrorista que se cobró la vida de
Letelier volvió a participar la DINA, esta vez asociada a una
agrupación anticastrista, y se utilizó la misma metodología que
con el general Prats.
Capítulo Argentina
Nuestro
país no es la excepción si de septiembres violentos hablamos.
Por
ejemplo, el 6 de septiembre de 1930 es derrocado Hipólito Yrigoyen
por un golpe cívico-militar que encabeza el teniente general José
Félix Uriburu.
El
25 de septiembre de 1973 es asesinado el secretario general de la
Confederación General del Trabajo (CGT), José Ignacio Rucci. Si
bien el crimen se atribuyó a Montoneros, la organización
guerrillera nunca se adjudicó de forma oficial el hecho, ocurrido
dos días después del triunfo en las elecciones presidenciales de la
fórmula Perón─Perón (Juan Domingo y María Estela Martínez).
Al
año siguiente, el 27 de septiembre, un comando de la Alianza
Anticomunista Argentina, más conocida como Tripe A, secuestra y
fusila al abogado e intelectual Silvio Frondizi. En el hecho también
muere su yerno, Luis Mendiburu (miembro de la Juventud Universitaria
Peronista), al intentar impedir el secuestro del fundador del grupo
Praxis y del Movimiento de Izquierda Revolucionaria.
Pero
hay dos sucesos que prefiero destacar en este capítulo argentino de
odio y violencia. Ocurrieron un 16 de septiembre, con 21 años de
diferencia. En 1955, el derrocamiento de Perón a manos de la
autodenominada Revolución Libertadora (léase Fusiladora), abre un
capítulo sangriento de persecución y venganza hacia un pueblo
identificado como peronista y a una militancia dispuesta a resistir.
Y,
en 1976, se produce la llamada “Noche de los lápices”, una de
las acciones más cobardes de la última dictadura cívico-militar
que padeció Argentina, con el secuestro, tortura y asesinato de
estudiantes secundarios de la ciudad de La Plata que habían peleado
por conseguir el boleto estudiantil.
Epílogo
Nosotros
no podemos ser ellos, los de enfrente,
los
que entienden la vida por un botín sangriento:
como
los tiburones, voracidad y diente,
panteras
deseosas de un mundo siempre hambriento.
Los
versos de Miguel Hernández corresponden a su poema El Hambre, que
también nos remite a un tema siempre urgente.
Otra
vez la grieta. “Nosotros no podemos ser ellos”, escribía el gran
poeta de Orihuela. Nosotros no podemos ser como ellos, me repito. El
odio y la violencia que generan no pueden habitarnos.
Y
entonces vuelvo a Silvio, para que me quede bien en claro que no
debemos permitirnos un mundo donde “la costumbre deserta de la
piedad”, donde “el afortunado hace vista gorda” y donde “la
sangre ajena es un efecto especial” (Carta a Violeta Parra).
Sólo
el amor convierte en milagro el barro.
Sólo
el amor alumbra lo que perdura.
Solo
el amor engendra la maravilla.
Comentarios
Publicar un comentario